J u l i a n a G ó n g o r a
Atlas es una colección de imágenes que nombro: provocaciones materiales.
L a p a l a b r a d u l c e
Una reconstrucción material para los afectos
L a
p a l a b r a
d u l c e
Una reconstrucción material para los afectos
Se untan los labios con leche para recordar la vida.
Se baña el cuerpo en ruda para que la sangre fluya, nos movamos, nos calentemos, y realicemos la acción.
Arrullamos para recordar que hemos olvidado la medicina: Tranquila, Tranquilo. Yo estoy aquí.
l e c h e
r u d a
p a l a b r a
Comienzo en una emoción colectiva:
hay mucha soledad.
leche
Se untan los labios con leche para recordar la vida
La palabra que mi madre me pasó de la teta a la boca fue “sumisa”. A los tres años de edad, yo regurgitaba cualquier tipo de leche. De los veintitrés hasta los treinta y tres años he sido intolerante a la lactosa. Recuerdo que mi madre me guardó los dientes de leche. Con ellos hizo un dije y dos aretes largos. Los dientes colgaban de la cadena, amorfos pero brillantes, y engastados en oro. Yo los lucía en las orejas y, con ellos puestos, siempre oía el susurro de la palabra agachada pero elegante.
r u d a
Se baña el cuerpo en ruda para que la sangre fluya, nos movamos, nos calentemos, y realicemos la acción.
Luz - Manos - Manifestación
Poder - Potencia - Fuerza - Energía - Palabra - Lenguaje
Tacto - Transformación - Alteración - Acción - Contacto
Espacio - Vernáculo - Escala - Cuerpo - Estrategias constructivas - Peso y Levedad
Animar - proceso - Negación - Lo improbable - La imagen de lo imposible
Miscelanea
La Leche que nos hila
La leche que nos hila
La leche que nos hila, Cristina Consuegra
Seres profusos
Cuando Hiroshima fue destruido en 1945 después de la explosión de la bomba nuclear, se dice que el primer ser vivo que reemergió entre el paisaje devastado fue un hongo matsutake. Acá, aunque una gran parte del paisaje está poblado de plantaciones uniformes de abetos de Douglas, lo que para muchos representa un paisaje de alguna manera devastado, el tiempo también ha hecho que entre la sucesión reiterada de hileras de abetos crezcan una plétora de hongos que viven en simbiosis con estos. Igualmente crecen líquenes y musgos. Es como si la inscripción en el paisaje de la retícula humana encontrara una fuerza opuesta en estos seres profusos que vemos difícilmente. Un movimiento que se resiste a ser silenciado y a que se le confisque su interioridad y encanto.
Extraña roca blanda
Geológicamente la turba es una roca sedimentaria como el carbón, solo que en vez de ser sólida es blanda. El proceso muy lento de formación de la turba, que como las barreras coralinas se tarda un siglo para alcanzar un centímetro, es el resultado de la descomposición anaeróbica, y por esto mismo incompleta o casi detenida, de generaciones pasadas de musgos muertos y de material vegetal en general. Es un proceso metabólico que sucede al interior de la turbera y que nos hace pensar que también esta es un estómago. Además, en ambos casos, la turbera y nuestro estómago parecieran esconderse dentro de su propio adentro, lo que los hace posibles pero invisibles a nuestros ojos. En los estratos superficiales de la turbera crecen nuevos esfagnos y otras plantas ingeniosas que eventualmente perpetúan la sedimentación y formación dilatada y sucesiva de la turba, esa extraña roca blanda.
Mundos mutuos
Los microbios que nos habitan nos forman y deforman a la vez. En el caso de nuestros intestinos, que albergan más bacterias que células que contienen nuestra codificación genética, los microbios nos forman porque facilitan los procesos metabólicos que necesitamos para vivir; pero también nos deforman, en el sentido que nos muestran los límites de nuestra discreción humana. Somos en gran parte microbios y aunque esto no nos hace ser menos de eso que somos, sí nos incita a reconocer que esos microbios también nos definen. La simbiosis que nos es inherente, pero que no vemos, y que se manifiesta íntimamente en nuestra flora intestinal, también sucede afuera de nosotros. Es más, descubrirla afuera es quizás una forma de imaginarla adentro y de comprender que no somos seres autónomos sino relacionales. Afuera o adentro, humanos o no, creamos mundos mutuos continuamente.
Tierra
Tierra / tiempo
SUPERFICIES
CONTRASTES
PROXIMIDAD Y DISTANCIA
PLIEGUES
2020
Moldes / la presencia del vacío
La potencia de las pieles de tierra
La memoria del cuerpo / tensiones, cargas afectivas, y las representaciones de poder.
Pensar desde el arte
«A quién llaman analfabetas,
¿a los que no saben leer los libros o la naturaleza?
Unos y otros
algo y mucho saben.
Durante el día
a mi abuelo le entregaron un libro:
le dijeron que no sabía nada.
Por las noches
se sentaba junto al fogón,
en sus manos
giraba una hoja de coca
y sus labios iban diciendo
lo que en ella miraba».
Analfabetas, Hugo jamioy.
Pregunta material / provocación material: Quiero que un grano de arena levite.
El hilo
Las arañas producen en su cuerpo un líquido que en el aire se hace seda. Son ciegas y tejen radiales y orbes para escuchar con las patas. Los hilos son una prolongación sensorial de su cuerpo: la araña tiene ocho patas y la telaraña se sostiene en ocho ejes estructurales. En ella, la araña canaliza una red de información. La telaraña es una biblioteca del entorno; si la araña no caza, consume su red para recobrar vitalidad, embebiendo de nuevo el mundo.
La saliva
Por un tiempo me gustaba poner la punta del dedo en la lengua y estirar la saliva que la yema recogiera. Soñaba con que mi cuerpo hilara y traté de ser persistente: bizca, miraba el recorrido del dedo que se alejaba de la lengua y luego buscaba afanosamente el hilo. Muy pocas veces logré que la saliva pasara la punta de la nariz, pero cuando lo hacía, la baba se alargaba en una sucesión de puntos.
Al final de mi insistencia solo pude unir el dedo a la boca.
Ejercicios realizados por estudiantes de Artes plásticas de la Universas Jorge Tadeo Lozano / la mirada fotográfica como ejercicio escultórico